Desempolvar recuerdos
Se encontraban en la plaza
los domingos. Siempre a la misma hora a
media tarde, siempre el mismo banco, merendando la misma galletita de coco cada semana y la chocolatada en cajita,
riendo por cualquier motivo.
El amor se inició a
principios de otoño y allí comenzaron los encuentros. El frío del invierno los
encontró juntitos, compartiendo el abrigo de él para cubrirse o el mismo
paraguas, cuando lloviznaba.
En primavera seguían
prodigándose cariño a las tres de la tarde, bajo los árboles reverdecidos. El
verano encontró vacío el banco... ellos ya tenían dispuesto un sitio para
quererse en la pequeña sala de la casa de ella.
Pasaron cuatro otoños, cuatro
inviernos, tres primaveras y y casi tres
veranos... Pasaran decenas de estaciones y de alegrías y llanto . Cada uno fue
por caminos diferentes, echó raices fuertes junto a otros corazones. Y de pronto aquella plaza podría unirlos de
nuevo. El, de este lado, ella, más allá. Solo metros separan ese encuentro...
solo metros. ¿Vale la pena desempolvar recuerdos?
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