ENTREVISTA-VICTORIO V.SUAREZ
Publicado en el Diario La Naciòn
el 31-03.2013
Victorio V. Suárez,
escritor y periodista
“Es
que amamos demasiado la vida para aceptar la muerte”
Acaba de ganar el Premio
de poesía “Hérib Campos Cervera”, con su poemario “Delante de
la oscuridad (El libro de la muerte)”.
Sumido en un momento muy
especial de su vida, el escritor y periodista Victorio V. Suárez
disfruta del Premio de poesía Hérib Campos Cervera, que ganó días
atrás con su obra “Delante de la oscuridad (El libro de la
muerte”. El galardón está dotado de 8.000.000 de guaraníes como
recompensa.
–¿Qué representa este
premio para vos?
El reconocimiento siempre
es importante para un escritor, en este caso para mí, llevando en
cuenta que se trata de un premio en homenaje a uno de los grandes
poetas paraguayos cuyo trabajo marca, con otros integrantes de la
generación del 40, la ruptura con el modernismo tardío. Y es más,
Hérib fue un gran combatiente: poeta social, humanista preocupado
por la suerte de su pueblo.
–Háblame de este libro
con un nombre tan sugestivo...
“Delante de la
oscuridad” (El libro de la muerte) probablemente surge después de
reflexionar sobre unos dibujos de Ramón Rojas Veia (Rojitas), quien
había decidido partir hacia la eternidad. Sus obras me demostraron
no solamente la preparación hacia la otra orilla, sino también la
manera en que uno puede estar delante de la muerte. Una cuestión que
había llamado la atención de mi amigo Genaro Riera Hunter es el
título. El poemario está dividido en varios capítulos.
Contemplación, reivindicación de la muerte, de nuestra muerte
cotidiana y de aquella verdadera que rompe los hilos y nos conduce
hacia la nada donde supongo, brilla la verdadera, la última y eterna
esencia del ser humano. En el libro se habla sin miedo al encarar la
muerte. Se dialoga y muchas veces exhibiendo lazos de comprensión y
solidaridad hacia ella. Es que amamos demasiado la vida para aceptar
la muerte, sin embargo, en esa negrura total, en el misterio, es
probable que se encuentre arrullada la luz que enseña los caminos
hacia Dios. “Delante de la oscuridad” señala los perfiles de la
muerte, las caras que van apareciendo de lo desconocido, es una
invocación profunda. Pero es en el capítulo final, “Vidriera de
difuntos”, donde surgen poemas que invocan a célebres muertos,
aparecen además cantos de agonías, esperanzas, protestas a causa de
una sociedad cada día más maniatada por la inescrupulosidad, la
corrupción, los políticos basura y las grandes injusticias sociales
y económicas. A veces uno reniega de la patria y se vuelve apóstata,
utópico incurable que sólo busca ver un mundo mejor.
–¿En qué momento de tu
vida lo escribiste? ¿Estabas pasando por alguna situación especial?
Se podría hablar de
momentos especiales, cuando uno alcanza los 50 y va pasando el
tiempo, la idea de la muerte se acrecienta. El Bardo Thodol, o el
libro tibetano de los muertos, como así también el libro egipcio de
los muertos me enseñaron muchas cosas. La idea del desprendimiento,
la ansiedad contenida y la espera, especialmente cuando llega el
momento en que uno cree que verdaderamente va a morir. Y es algo que
nos ocurrirá a todos. Con ella se cumple lo que la ley promete y no
pone en práctica: la igualdad de los hombres, la muerte traga a
todos por igual, tal como afirmaba un escritor italiano.
–¿Qué lugar ocupa la
poesía para vos?
Alguien podría pensar que
soy tonto, pero sigo sosteniendo que la poesía ocupa toda mi vida.
La poesía no es el lloriqueo pasatista y timorato, se trata de un
compromiso, en esto recuerdo a José Luis Appleyard, quien más de
una vez me dijo: “El que llega a la poesía fermenta allí, ya no
puede dejar. Al fin y al cabo, sarna con gusto no pica”…y se reía
de manera paternal. Me identifico más con la poesía que con
cualquier otro género de la literatura. La poesía es todo, es mi
esencia, la esencia humana, la voz, la palabra, la comunicación, el
estado de soledad, de tristeza y alegría. Y José Luis tuvo razón:
ya no lograré desprenderme de ella.
–¿Y la narrativa?
La narrativa sin sustento
poético me parece como una comida sin sal. Los grandes escritores
hispanoamericanos dieron muestras de calidad poética y narrativa en
sus obras: Roa, Rulfo, García Márquez, Borges, Asturias, Cortazar,
Fuentes, solo por citar algunos. En ese sentido, lo que hago narrando
lo hago también poetizando. Siempre escribí cuentos y ahora me
animé a apuntar hacia la novelística corta, tengo obras terminadas
que con alguna corrección irán apareciendo probablemente, pero me
siento más poeta que narrador, eso es en definitiva mi verdad.
LA BELLA CANDE
–Acabo de terminar de
leer tu obra, “Varadero, el burdel de ña Candé”. Es un fresco
de época y de la Asunción antigua. ¿Cómo surgió la idea de
escribir la novela?
“Varadero, el burdel de
ña Candé” es un trabajo que surge entre retrocesos temporales de
mi memoria. Varadero, un lugar emblemático de filibusteros,
prostitutas, contrabandistas, marineros, canoeros y gente de toda
laya llegando desde el río. Viví ese tiempo de turbulencias nítidas
y fui grabando las características de muchos personajes que marcaron
época, con la novela vuelven a recuperar sus espacios, vuelven a ser
seres de carne y huesos, aunque gran parte de ese segmento ya está
muerto. Vivieron entre “penurias y fatigas”, pero también
arroparon de alegría y ocurrencia sus días, allí, en Varadero
había ocurrido un crimen, mataron por error a una prostituta, sobre
este tema gira la obra y sobre la inolvidable “madama” ña Candé
se sostiene gran parte de la narración. Era una mujer hermosa, que
llegó del Norte. La recordé con devoción y está allí, con sus
pupilas, con sus parroquianos, con sus costumbres, es parte de
“Varadero, el burdel de ña Candé”.
–¿Cómo vivís el hecho
de escribir narrativa durante un tiempo y luego encerrarte en un
poemario?
Escribo mucho, tanto que
hace dos años caí en vértigo. Sigo a veces con el mismo problema,
pero igual sigo escribiendo mucho, sin descuidar la lectura. La
escritura es un ejercicio permanente y depende de los estados de
ánimo: en mi caso hay temporadas en que estoy metido en poesía y
otras en las que voy directamente a la narrativa o al ensayo. Pero
reitero, la poesía es una musa que siempre, permanentemente
está llamando.
Comentarios