Entrevista a Augusto Roa Bastos, en 1994
Entrevista publicada en la
revista del Diario El Día, el 16 de octubre de 1994.
Augusto Roa Bastos
“A veces los
recuerdos nos juegan malas pasadas”
En Iturbe presentará su
última novela que completa la trilogía junto a “Vigilia del
almirante” y “El fiscal”, escritas las tres en los últimos dos
años luego de haber estado diez y ocho años sin escribir.
Sus libros anteriores:
Hijo de hombre, El trueno entre las hojas, Madera quemada, Yo el
Supremo, y otros, fueron escritos en las melancólicas tardes de
exilio, en otras latitudes. Ha recibido el Premio Cervantes cuyo
monto (100.000 Dólares) fue donado para Fundalibro, pero aún siguen
guardados en un banco (creando intereses y esperando ser utilizados).
“Lo primero que percibió
de mi cuerpo fue el hedor a carroña..” se lee en la primera línea
del original de “Contravida”, que tiene en la mano el poeta
Miguel Angel Fernández (encargado del cuidado de la edición).
Lo esperamos en el hall
del hotel donde se hospeda, hasta que aparece con porte humilde y
tranquilo, saludando a varias personas que se acercan. Caminamos
hacia el jardín de atrás, se deja fotografiar sin perder la
paciencia y observa entusiasmado el río... “Mi destino final”,
dice porque le recuerda a su Iturbe rodeado de agua, en esa misma
agua donde él testó sean tiradas sus cenizas cuando muera. “El
agua-agrega- es para mí un elemento fundamental, que aparece
muchísimo en mis obras”.
Don Augusto se acomoda en
un sillón y las palabras salen como de algún manantial de su
pueblo.”Es el séptimo viaje que hago a Paraguay desde el golpe,
antes no podía entrar, a excepción de dos o tres entradas furtivas
de las cuales me sacaron expulsado. El reencuentro con el país
siempre es un fenómeno muy importante para un ser humano que ha
estado afuera, desarraigado de sus raices, de su gente, de todos los
elementos que hacen la nutrición de un ser humano, porque hay una
serie de cambios que se distorsionan: cambia la gente, cambia uno
mismo, entonces es difícil volver a tomar ese ángulo profundo de
visión. Y además están los recuerdos que a veces nos juegan malas
pasadas, espejismos que distorsionan un poco la imagen que teníamos
guardada”.
El
pueblo toma conciencia de su autonomía
Encuentra al país con una
..”relativa libertad de expresión, que es lo que a mi me interesa
como hombre que trabaja en el campo cultural. Algunos me dicen que no
hay cambio, y yo suelo recalcar que sí hay uno muy importante y que
es que la gente ahora puede expresarse, aún en asuntos delicados,
riesgosos. Y esa es una conquista que podemos atribuirlo a nuestro
propio pueblo, a la conciencia que va tomando de su ciudadanía, de
su autonomía, lo que me alienta mucho; así como la emergencia de
creaciones jóvenes , mucho más maduras de las que existían en mi
tiempo, y la delantera que ha tomado la mujer en todas las
actividades del orden cultural. Yo no soy un feminista rabioso, pero
admiro mucho el rol de la mujer , sobre todo en un país como el
nuestro, que ha sido construido por las mujeres y que es más difícil
por el problema del machismo”.
Roa se siente un luchador
por tres causas fundamentales: la defensa de la niñez, la defensa de
la condición humana de la mujer en una sociedad hecha por el hombre,
en una sociedad muy hostil a la mujer, y la defensa de la naturaleza,
el entorno físico... “Que está bastante castigada, esas selvas
inmensas que eran nuestra característica principal , maderas
preciosas que ya no existen. Esto que viene remontándose hace casi
un siglo, esta especie de ensañamiento implacable contra el
patrimonio forestal, esta decapitación de los árboles permanentes
es un crimen de lesa humanidad”.
Los paraguayos somos
muy olvidadizos
Además de estas cosas que
le preocupan mucho, existe otro punto que al Premio Cervantes le
duele profundamente: la ausencia de memoria histórica.. “Somos muy
olvidadizos los paraguayos, hoy le matan a nuestro padre y al día
siguiente estamos almorzando con el asesino como si fuera el mejor de
los hombres. Hay una falta total de memoria histórica y eso me
parece absolutamente nocivo para una sociedad; también la falta de
una memoria crítica que nos lleve a mirar con ojos críticos lo que
se está haciendo mal”.
El escritor considera que
se debe cultivar el concepto de la libertad como responsabilidad, no
como el derecho de hacer lo que a uno se le antoja. “Mi libertad
concluye en el límite justo de tu libertad, yo tengo que respetar
eso y solo en la medida en que nos respetemos y mantengamos una
conexión de cordialidad, la convivencia social, nacional, se
producirá en un tiempo equis.
Hay que desterrar la
violencia en nuestro país, somos una sociedad marcada por la
violencia. Y esto por supuesto no puede formar una sociedad sana,
justa, que se defienda por sí misma; pero estos conceptos son
personales, ojalá yo pudiera hacer que la gente también pensara lo
mismo.
“Una pintura cáustica
de la realidad
Roa considera que a través
de la literatura se puede luchar. “Toda mi obra ha sido una lucha
en ese sentido, no de tipo planfletario, sino una lucha con conceptos
muy definidos sobre lo que es nuestra sociedad, nuestra historia,
pero manteniendo siempre expreso cuidado en la parte creativa, la
parte artística, de no descuidarla.
No podemos hacer una lucha
frontal, la literatura es muy débil para eso, sólo podemos inducir
a que la gente tome conciencia de nuestros errores, nuestros
defectos. Gabriel Casaccia, que yo considero el fundador de nuestra
literatura moderna, solía decir: “Me critican porque yo hago una
pintura cáustica de la realidad social, pero la realidad está ahí,
no la hice yo y lo que trato es de mostrarla tal cual es, para que
entre todos podamos hacerla tal cual debe ser. Y yo creo que esas
palabras de Casaccia son muy importantes, por eso las repito casi
siempre”.
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“Tuve tiempo para
disciplinarme”
Esa apariencia tranquila,
sosegada, no fue algo innato sino que tuvo un proceso. “Me costó
lograr esa serenidad, pero como tengo una vida ya larga he tendido
tiempo para disciplinarme hasta en eso”
En los tiempos del exilio
y las expulsiones bruscas, Roa sostiene haber mantenido esa
serenidad, pero algunos le han dicho que posee una fórmula muy
especial de devolver la ofensa, pero no en forma violenta, sino con
otros métodos. “No me arrepiento de los errores-dice-en fin, una
vez cometidos forman parte del patrimonio, incluso moral. Yo
recuerdo esos errores y me sirven de lección, para lo que se puede
evitar, no en favor de uno mismo, sino en favor de los demás como
seres que vivimos en una sociedad y lo que no importa no es el
bienestar individual, sino sentirse a tono y en conexión muy directa
con lo colectivo, yo creo mucho en mi pueblo”.
No puedo vivir solo
Roa Bastos está casado en
terceras nupcias con Iris Jiménez, quien es profesora de literatura
latinoamericana. Con ella tiene tres hijos, y otros tres ya mayores
de sus otros matrimonios. La mayor, Mirta, vive en Panamá, y según
la define el escritor “es una amigaza”.
“Pienso volver a
Paraguay”-dice- pero tengo mi vida familiar allá y ese problema
tengo que resolver primero; son tres chicos a quienes no les puedo
imponer el castigo que me impuso Stroessner a mí, no puedo
desterrarlos. Ellos están acostumbrados a otra vida, a otra
cultura, a otro modo de ser. Ellos han venido cinco veces y les gusta
esto, pero se nota que es un placer transitorio. Todo esto tengo que
resolver, y cuál es la solución? La separación matrimonial, el ir
y venir, son muy costosos los viajes ; además, yo no puedo vivir
solo.
Hubiera querido ser un
solitario feroz, una especia de lobo estepario, pero no puedo . Soy
un bebé todo crecido, un poco viejo, que gusta mucho de las
atenciones.
“Todo lo que escribo
es sobre cosas de mi país”
El escritor no se
considera un niño prodigio, porque empezó a escribir tarde, después
de los treinta años, ya durante su exilio en Buenos Aires; y de allí
su declaración a una revista argentina por lo que hace y en dónde
lo hace, él se tendría que sentir porteño. “Lo cual no quiere
decir que yo repudie a mi país, ni mucho menos. Yo todo lo que
escribo lo hago sobre las cosas de mi país, pero no como una especie
de folclore localista, es una producción universal del hombre
paraguayo, que es el hombre de todas partes también, con sus
particularidades y sus diferencias”.
En aquella entrevista
también decía que la cultura no tiene ningún peso en Paraguay,
pero con repecto a los poderes públicos y esta última parte no se
transcribió”
¿Y por qué comenzó a
escribir recién en la Argentina?, porque al sentirse desarraigado de
todo lo que amaba le surgió la necesidad de recrear retazos de
Paraguay y de sus recuerdos, que fue como intentar no morir de
angustia en ese larguísimo y triste camino del exilio.
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