Entrevista a Luis María Martinez

       (Publicado en La Nación  el 4.07.2016 )


Luis María Martinez
El Paraguay sigue siendo la vieja tortuga de antaño”




Tiene 83 años y una máquina de escribir “Underwood” que lo acompaña desde tiempos inmemoriales. Camina todos los días, edita una revista y escribe poemas, muchos poemas. Hace unos días publicó el tercer número de “Estudios” y me hizo llegar un ejemplar al diario, con una esquela afectuosa escrita a máquina. La guardo con cariño en mi agenda, no todos los días se reciben mensajes escritos con dedicación y respeto.

Un símbolo de los poetas de antes, macerado con trabajo, constancia y alguna bebida “espirituosa” para inspirarse mejor o escapar de la realidad a veces dura, Luis María Martínez continúa trabajando incansable. Ganó el Premio Municipal de Literatura 2012, por su obra “Cuadernos de notas II”.

Además de encargarte de la revista, en qué andas ocupado? Estás escribiendo, preparando algún nuevo libro?

Sí, sigo escribiendo con cierta intensidad, impedido casi siempre por ocupaciones no importantes. Escribo de tanto en tanto algún poema para aumentar el ya voluminoso componente del libro que ha de llamarse “El pueblo está en camino”. Lo mismo con pensamientos para enriquecer el tercer volumen de “Cuadernos de notas”, con consideraciones de aspectos culturales de nuestro país, con la sinceridad de propósitos, … o algo así.

Veo que seguís usando la máquina de escribir. ¿Cuánto hace que la tienes? ¿Por qué elegís este método de trabajo y no otro?

La utilizo por la rapidez con que puedo imprimir mis pensamientos o mis ideas. A la vez por esa especie de afectividad que tengo a la misma, prácticamente desde mi infancia. Es que siempre la uno a una vieja máquina portátil de mi padre, en la que tecleaba de vez en cuando, dándome el perfil de las palabras. Me sirvió para dar imagen a mis primeros poemas.

El Luis María Martínez del 2016, escribe sobre las mismas cosas que hace veinte o treinta años

Sí, estimo que las cosas no han cambiado mayormente. Nuestras necesidades son casi las mismas, al igual que los problemas. El Paraguay sigue siendo la vieja tortuga de antaño. Los avances han sido casi todo en lo formal, más no en lo estructural. A pesar de todo no lo cambiaría por ningún otro, aunque también me siento un latinoamericano en esencia, que aspira a la creación de la patria grande, a tenor del primer paraguayo que lo deseó así: Blas Miranda, solidario con la actitud de su mayor propagandista, Manuel Ugarte.

¿Cambió tu percepción de las cosas? ¿A qué le das valor ahora?

En esencia no cambió mi percepción de las cosas. Al contrario, aumentó su claridad y riqueza con la lectura. A lo que le doy más valor es a la sinceridad personal e intelectual. Detesto el oportunismo… Perjudica en la fama y en la fortaleza de lo que se escribe o se dice.

¿Seguís creyendo en las utopías?

Lógicamente, porque nunca perecerán. Se renuevan conforme a las necesidades históricas. La vida es siempre perseguidora de la perfección.

¿Cómo sobrevive económicamente un poeta en esta etapa de tu vida?

Cuento con el apoyo de una jubilación, que me permite solucionar las necesidades, pues tengo la ayuda de mi mujer y de mis hijos. También con la de los amigos. Empero, me cuesta gran esfuerzo imprimir mis libros, que se aproximan a cuarenta.

Algún mensaje para los que se inician en este oficio

Estimo que el escritor debe enriquece a la comunidad tanto con sus ideas como con su comportamiento, con el valor de su ejemplo. Acudir desde luego con la autocrítica, con sinceridad de vida. No descender a hechos irregulares o viles. Estimo que el escritor debe ser algo así como la concreción de lo que tiene de más valioso el país, en sus particularidades de vida y en sus tradiciones. Renovarse, pero en aumento de lo que tiene.

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RECUADRO

Tomó fuerzas y
siguió caminando ”


Camina todos los días a paso ligero. Una vez, volviendo de una reunión, nos
quedamos sin vehículo en Perú y Mcal. López y seguimos caminando.Yo hasta mi casa, en República de Colombia y Caballero y el hasta la suya, sólo que su casa está en Lambaré.
Caminó a paso de batallón y llegó hacia las 2 y media de la mañana. Se detuvo en un barcito que estaba cerca de su casa y todavía abierto, tomó fuerzas con una cervecita y siguió adelante. Ese es Luis María Martinez”, lo define su amigo y colega Augusto Casola.

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