Entrevista a Mirta Roa Mascheroni
“ Paraguay necesita
héroes civiles,
la gente necesita
creer en sí misma”
La
hija del célebre escritor paraguayo Augusto Roa Bastos, compiló
fotos y materiales invaluables, plasmados en un material gráfico.
Como corolario al año del
centenario de Augusto Roa Bastos, se presentó en la Feria
Internacional del Libro de Asunción 2018, el libro-álbum “Augusto
Roa Bastos, El Supremo escritor”, compilado por su hija Mirta Roa
Mascheroni y editado por el Centro Cultural de la República El
Cabildo del Congreso de la Nación, bajo el sello de Servilibro.
De exquisita presentación,
el material contiene fotos, miradas sobre su obra, apuntes y
verdaderas reliquias para los admiradores del Premio Cervantes, como
las cartas enviadas a sus padres, a otras personalidades como
Josefina Pla, y a sus hijos, entre otros destinatarios.
-¿Cómo nace la idea
de completar la reedición de sus obras, con este álbum final tan
logrado?
-La verdad que aún no
hemos terminado de reeditar sus obras, y faltan las inéditas. Este
libro es el cierre del año del centenario natal de Roa. Este
centenario que se crea por Ley del Congreso de la Nación y que
lidera Margarita Morselli, como secretaria ejecutiva y gran motor de
las actividades que se realizaron, durante todo el año pasado, en el
país y en el exterior, con grandes repercusiones en todos lados, y
aún todavía siguen pidiendo que le llevemos la maleta Roa a muchos
lugares.
Sobre la obra inédita,
quedará para el próximo año, poesía y cuentos inéditos.
Como te decía el libro
“Augusto Roa Bastos, el Supremo escritor”, es un libro del
Cabildo, en la colección Creadores del Bicentenario, que es creada y
dirigida artísticamente por Margarita Morselli, y en la cual ya han
aparecido varios músicos, artistas plásticos y escritores. Esta vez
Margarita me encarga que escriba sobre Roa y yo aporto las fotos, los
documentos, las memorias.
-Como hija, ¿tenías
necesidad de contar algunas cosas?
-Sí, quiero que se
conozca al Roa joven, padre, al que se le muere un hijo, al que tiene
que luchar por sostener su hogar. Un Roa de verdad que aún no tiene
fama. Que los jóvenes sientan ánimo al conocer su vida. Que sea
motivador. Además quiero sensibilizar a quienes pueden hacerlo, de
la importancia que tiene todo el material que tenemos y que debería
estar en un museo, bien cuidado y resguardado.
-Si ponés en la balanza
lo bueno y lo malo de haber tenido un padre tan célebre, ¿qué pesa
más?
-Lo bueno, pero no por la
fama, sino porque hemos recibido mucho a pesar de las lejanías,
porque he aprendido mucho al estar cerca de un genio y verlo humilde
o luchando por serlo y no caer en la soberbia. Realmente es un
privilegio, que uno no termina de entender hasta que hay tiempo de
por medio. Cuando eres pequeño, solo quieres que tu padre esté
cerca, te mime y proteja. Luego, logras entender que es una
personalidad y un valor del mundo y que tuviste la suerte de tenerlo,
pero que le pertenece a la humanidad, por su obra, por su espíritu,
por su palabra contra la injusticia, contra la discriminación,
contra la incesante tala de nuestras selvas. A favor de la
democracia, del derecho de todos, del respeto por la mujer, por el
medio ambiente, por la libertad.
-¿Llegaste a disculparle
las ausencias, las tristezas?
-No se trata de disculpar,
sino de entender. Entendí, comprendí. Sobre todo leyendo sus
cartas, en una por ejemplo, se acusa de causarle penas a la gente que
quiere, y siente que su vida está llena de errores, que él mismo es
un gran error. Su lucha por sobrevivir a las culpas y la soledad es
constante. Con él no sirven las medias tintas, o estás con él en
cuerpo y alma o no puedes vivir la magnitud de su vida.
-Mirando hacia atrás,
¿querrías que todo fuera como ha sido? ¿Qué te gustaría cambiar?
-Mi nivel de exigencia, he
sido demasiado respetuosa con él y por esa causa me he perdido
muchos momentos importantes. Por no invadir, por no inmiscuirme, por
no grabarlo o fotografiarlo, por no insistir con las preguntas, y
exigir las respuestas, me ha costado mucho más llegar a este estado
de paz que es mi relación con él.
-¿Qué significa para vos
seguir llevando en alto su bandera?
-Un deber, Paraguay
necesita héroes civiles de valor, la gente necesita creer en sí
mismo, la mujer necesita convencerse de su valor para poder situarse
en el lugar que le corresponde.
Yo he querido ser maestra
de frontera, estar en los grupos de ayuda humanitaria, tal vez hice
eso a escala pequeña, pero esto me da la oportunidad de hacer algo
por este país, que como me decía papá en una carta del 56, es un
país que necesita del cariño de sus hijos, un país que ha sufrido
mucho. Si bien he amado los sitios donde he vivido, 30 años en
Buenos Aires y 30 en Caracas, no puedo negar que Paraguay ha estado
siempre en el centro de mi sentimiento patrio. Desde pequeña nos
acostumbraron a pensar en Paraguay como nuestro país, por razones
que ya conoces, no hemos vivido aquí, pero siempre ha estado
presente. Jamás me nacionalicé ni en Argentina, por lo cual no pude
ejercer como maestra, ni en Venezuela.
Siempre en todas partes
exhibía con orgullo el ser paraguaya, aunque en Argentina era un
poco despreciativa la gente con lo paraguayo, y en Venezuela, no
tenían idea qué era Paraguay. A mí me decían, “yo solo conozco
a Roa Bastos y ahora a ti”.
¡Mira qué
responsabilidad ser el exponente de un país! A papá lo estimaban y
admiraban muchísimo en Venezuela, era muy conocido, se estudiaba en
la Universidad Simón Bolívar, una de las mejores de allá.
Y en general, siempre
además de la música, su nombre en todos lados es sinónimo de
Paraguay. Así que a mí no me cuesta mucho llevar esa bandera como
tú dices, es una bandera que se lleva con orgullo y con modestia,
como él mismo nos enseñó. Decía que los sentimientos que más
odiaba eran la autocompasión y la soberbia.
-Resumí tu sentimiento.
-Para mí, el orgullo es
ver que a través de los años de su vida, nunca varió su esencia,
que vivió como sentía, que brindó todo lo que era en su
literatura, y que es allí donde debemos buscarlo.
Y la modestia, comprender
que ningún acto grande que hagamos ni un don que tengamos puede ser
motivo de soberbia, porque es solamente cumplir con desarrollar lo
que nos tocó. Nadie es más que otro, y cuando alguien es grande no
necesitas gritarlo, se nota. Así fue él, sin grandes exhibiciones,
pero grande de verdad. Cuántas veces no denegó homenajes por esa
misma razón.
“Monta guardia y espera.
Y nada hay tan poderoso e invencible como cuando alguien espera desde
la muerte”. (El trueno entre las hojas)
Augusto Roa Bastos recibe el saludo del Rey Juan Carlos de España, luego de recibir el Premio Cervantes 1989.
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