Columna - Compartir el agua


(Enero, 2006)

Compartir el agua era más importante que compartir el pan, para mi abuela Alejandra. Aunque vivíamos a orillas del río Paraguay, en Villa Hayes (que por aquellos tiempos no estaba contaminado), respondía con amabilidad a la solicitud de un vaso de agua que le hacían los numerosos arribeños, aunque bien podía decirles (si amanecía con mal ánimo) que caminaran algunos pasos hasta la orilla para surtirse. Sin embargo, cargaba constantemente su preciado cántaro para que no faltara el líquido fresco con que convidar a los sedientos viajeros que llegaban de los lejanos parajes del Chaco.

Su convicción sobre no negar agua al prójimo, fue una enseñanza importante que a lo largo de mi vida me ha dado la satisfacción de poder ayudar a mis vecinas, cuando se les secan los pozos de agua y el motor no llega al nivel necesario para funcionar o la canilla del servicio contratado sólo despide un molesto ruido.

Por suerte, mi maravilloso pozo artesiano regala su delicioso líquido sin mezquindad y podemos con mi familia, compartir este regalo de la naturaleza con los amigos que deben soportar la falta de agua.

La situación en mi barrio es la misma que se repite en todo el país, y especialmente en muchas zonas aledañas a la capital: gente que paga por los servicios no puede acceder a ellos debido a la poca capacidad de las proveedoras, o bien sufre los efectos de la sequía en sus pozos. ¿Puede pasar esto en un país rodeado de caudalosos ríos como el Paraguay y Paraná y otros cauces hídricos?

Si viviéramos en un país donde existieran más estaciones que la del verano y el ferrocarril , podrìamos aguantar con poca agua, pero en vista y considerando que nos asamos con los casi constantes 40 grados, que necesitamos bañarnos varias veces al día para no espantar a los demás, tomar litros de tereré para no deshidratarnos, lavar todos los días la ropa sudada, regar el jardín para que no se mueran las plantas, bañar al perro para que no se sofoque, repasar los pisos para refrescar la casa, cocinar abundantes caldos porque para bife y milanesa ya no alcanza,etc., más vale que se cambie la política nacional con respecto a la provición de agua y se mejore lo que sea necesario mejorar.

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