Columna -Abril con viento norte.
Adoro abril. Ya lo había confesado antes. Me gusta abril por las rosas amarillas que se abren una y otra vez en todos los jardines y se resisten a vivir más de una vida, en el mío. Me gusta abril por su llovizna tenue, por sus días frescos, porque su nombre suena breve y musical. Me gusta a pesar de haberse llevado a dos personas tan amadas por mi corazón.
Pero este abril está distinto, tiene un dejo a quebranto que preocupa, que toma todo el aire como aquel horrible hongo causado por la bomba atómica caida sobre Hiroshima en 1945.
Este abril no me sabe a ternura melancólica como todos los años, me produce ansiedad, al punto de doblar el uso de mi aerosol para el asma. ¿O a usted no le sucede? El ambiente está como si soplara el viento norte, que aviva la irritación hasta de los más flemáticos. El país está sumido en una situación tan argel, que inquieta.
Todo gira alrededor de la política y de las elecciones del próximo domingo, todo gira en torno a lo que hacen, dicen, prometen y arremeten los candidatos. La gente se separa en bandos, unos atacan a aquel, ese a éste, los dos a uno…. Vivimos una guerra sin armamentos, pero guerra al fin. Hay batalla de insultos, de ventilación de trapitos sucios, de promesas, de amenazas, de zozobra, de preocupación, de agobio… A lo que se escucha, hay que sumarle toda la suciedad que producen las campañas, porque se ha instalado una batalla campal para ver quien enroña más el país. Murallas de casas particulares, de colegios, columnas, puertas, ventanas, cordones de las veredas… todo está tapizado y retapizado con las caras de Blanca, Lugo,Lino, Fadul y el séquito de candidatos a vice presidentes, parlamentarios, gobernadores, etc. Ni las paredes de los cementerios se salvan de las fotos de los políticos. (Miren que eso es yeta, no digan después que
no les avisé).
La cuestión es que este abril está enrarecido, es como si el aire que se respira en Villa Hayes (por la acería, jabonería y frigorífico que llenan el ambiente), se hubiera multiplicado en toda la geografía nacional, y en especial en la capital, donde el smock es mucho más pronunciado. La política le cambió la esencia a mi querido abril, que suele transcurrir mucho más placentero, sólo espero que no la marque con hechos lamentables.
Abril, 2008.
Pero este abril está distinto, tiene un dejo a quebranto que preocupa, que toma todo el aire como aquel horrible hongo causado por la bomba atómica caida sobre Hiroshima en 1945.
Este abril no me sabe a ternura melancólica como todos los años, me produce ansiedad, al punto de doblar el uso de mi aerosol para el asma. ¿O a usted no le sucede? El ambiente está como si soplara el viento norte, que aviva la irritación hasta de los más flemáticos. El país está sumido en una situación tan argel, que inquieta.
Todo gira alrededor de la política y de las elecciones del próximo domingo, todo gira en torno a lo que hacen, dicen, prometen y arremeten los candidatos. La gente se separa en bandos, unos atacan a aquel, ese a éste, los dos a uno…. Vivimos una guerra sin armamentos, pero guerra al fin. Hay batalla de insultos, de ventilación de trapitos sucios, de promesas, de amenazas, de zozobra, de preocupación, de agobio… A lo que se escucha, hay que sumarle toda la suciedad que producen las campañas, porque se ha instalado una batalla campal para ver quien enroña más el país. Murallas de casas particulares, de colegios, columnas, puertas, ventanas, cordones de las veredas… todo está tapizado y retapizado con las caras de Blanca, Lugo,Lino, Fadul y el séquito de candidatos a vice presidentes, parlamentarios, gobernadores, etc. Ni las paredes de los cementerios se salvan de las fotos de los políticos. (Miren que eso es yeta, no digan después que
no les avisé).
La cuestión es que este abril está enrarecido, es como si el aire que se respira en Villa Hayes (por la acería, jabonería y frigorífico que llenan el ambiente), se hubiera multiplicado en toda la geografía nacional, y en especial en la capital, donde el smock es mucho más pronunciado. La política le cambió la esencia a mi querido abril, que suele transcurrir mucho más placentero, sólo espero que no la marque con hechos lamentables.
Abril, 2008.
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