Publicado en mi columna de opinión, en el Diario La Naciòn
Año 2013.
¿A quién le molesta
Nelson Aguilera?
Lo que el mismísimo
Augusto Roa Bastos logró recién en décadas de trabajo, lo
consiguió Nelson Aguilera, con la ayuda de María Eugenia Garay, en
mucho menos tiempo. Roa sumó años de exilio y numerosos libros
publicados para conseguir ser conocido en su propio país. El autor
de “Karumbita, la patriota”, lo obtuvo en un día, al convertirse
en el primer escritor paraguayo acusado de plagiar la obra de una
colega.
Es que no hay mal que por
bien no venga. En estos dos últimos días, su nombre fue trending
topic (tema del momento), fue entrevistado por todos los medios de
comunicación y mucha gente que nunca leyó un texto suyo salió a
comprar sus obras. También firmó libros y autógrafos en el
colectivo que lo lleva hacia Mariano Roque Alonso, donde reside.
Aguilera, condenado a dos
años y seis meses de cárcel, por la acusación de plagio realizada
por Garay, consiguió tal movimiento de solidaridad y adhesión que
no hubiera logrado ni si ganaba el Premio Nobel de Literatura.
Incredulidad, tristeza,
impotencia… son apenas algunos de los sentimientos experimentados
por la gran mayoría de sus colegas, sus lectores, sus alumnos,
maestros y ciudadanía en general, con esta condena.
Ya corrieron ríos de
tinta y de tecleos sobre el caso, también especulaciones sobre qué
motivó a María Eugenia Garay Zuccolillo, nieta de Eugenio A. Garay,
madre de dos jovencitos adorables, excelsa poetisa y otros atributos
más, a acusar de plagio al “papá” de Karumbita. Envidia, dicen
algunos: Porque ella no logró ser publicada por una casa editorial
tan importante como Alfaguara, porque Aguilera tiene varias obras que
son recomendadas por el Ministerio de Educación, porque la sencilla
tortuguita y sus historias se vendían como pan caliente, o porque
ella tiene abolengo y no trasciende y él es un “negrito” que
triunfa, entre otras razones.
Pero los mal pensados
tenemos otra teoría: hay una mano negra detrás de ella, alguien que
la azuzó, que la instigó a realizar esta acusación tan
descabellada. Alguien le hizo “chúmbale”, y le dijo algo así:
“Mirá María Eugenia, !ese caradura de Nelson Aguilera plagió tu
obra!”, y ella entró en esta vorágine que la está por devorar.
¿A quién le molesta el
éxito de Nelson Aguilera? Existe una persona a quien el trabajo de
este docente y escritor paraguayo le incomodó, pero no a causa de su
trabajo literario, sino con sus manuales escolares y para docentes,
como
“Comprensión lectora”,
“Literatura interactiva”, “Mi primer libro de lectura”,
“Mbaéichapa mitãmi” (fichas didácticas), “Mi pedagogía del
amor” y muchas obras más que son utilizados masivamente en
colegios e instituciones de formación docente de todo el país.
Esa persona, perjudicada
en su bolsillo y su ego, incitó de manera inmisericorde a Garay, y
ella se dejó llevar hasta autoconvencerse de que realmente inventó
la historia y es dueña de ella.
Sin embargo, María
Eugenia Garay utilizó un título para nada original para su obra
supuestamente plagiada: “El túnel del tiempo”. Existe un libro
de Leinter Murray con ese título, también una película y una serie
televisiva; en cuanto a los viajes en el tiempo, ya H.G. Wells lo
trató en su texto “La máquina del tiempo”, y existen decenas de
filmes que se basan en el tema como “Viaje al futuro” y “La
casa del lago”. Como dijo Alcibiades González Delvalle, desde
Homero, todos los escritores hemos estado escribiendo y reescribiendo
sobre apenas diez temas, o doce, diría yo, para agregarle los temas
sociales contemporáneos. Entonces, ser original es casi una utopía,
pero se puede ser diferente… y lo que es mejor, ser buena gente.
Eso hace la diferencia.
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