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Mostrando entradas de septiembre, 2010

Relatos sueltos - Cada agosto

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De "Fuego que no se apaga-Relatos de amor y desamor" Llegó a la plaza a las ocho en punto. Los bordes recién pintados de los canteros, las murallas bajitas y las puntas de los camineros contrastaban con el verde musgo de los bancos alargados de madera. Saboreó el aroma del pasto recién cortado que un anciano vestido de verde emparejaba dificultosamente con su pesada máquina vieja. Recorrió las plaza buscando un banco que tuviera todas las tablas puestas, para sentarse. En la otra esquina, un grupo de estudiantes hacía ejercicios, controlados por su profesora. El techo de enormes hojas de mangos, dejaba filtrar los rayos solares tibios de agosto, y suaves lluvias de pequeñas flores amarillentas-pardas comenzaban a cubrir los ladrillejos. Hacia el centro había un claro. Allí, un banco azul (¿quien le habría cambiado su color verde tradicional?) lucía majestuoso debajo de un enorme lapacho invadido de flores rosa-lilas. La lluvia era intensa y agradabl

COMENTARIO-La perversidad de la lengua

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(Publicado en La Nación, 11-09-2010) Una prima exuberante, que vive en Ciudad del Este, suele decir que lo suyo no es exceso de gordura, sino de “gostosura”. Ella utiliza una derivación de la palabra portuguesa gostoso/a para definir su gran peso, buen humor y alta autoestima. Conozco a muchas “gorditas” felices y maravillosas, que además de ser excelentes personas, brillan en sus respectivos quehaceres. Toda mi vida, aún cuando pesaba 57 kilos, me molestó la gente que menosprecia a quienes pesan más de lo que se denomina normal o recomendable. Y ahora que estoy en la lista de las “rellenitas”, me saca chispas escuchar alguna grosería despectiva. Si usted es asidua a los tés, despedidas de solteras, baby showers, lanzamientos, reuniones, etc., conocerá de varias personas, hombres y mujeres, pero especialmente mujeres, que no tienen empacho en decirle a su prójima: “'¡Qué gorda estás!”, “Pero vos estás más gorda...”, o cosas por el

Relatos sueltos-Canciones sin sentido

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De "Ronda en las olas" Muchos me contaron que yo vagaba con ella por todos los lugares. Se nos vio por todas partes, juntas; el mercado, las avenidas, la terminal de omibus, a la salida de los cines... Dicen que ella siempre iba andrajosa, descalza, la mirada perdida, la sonrisa sin causa. Cuando yo era un bebé ella me cargaba a su cintura o sobre su cuello y dicen que muchas veces yo lloraba de hambre porque como ella no se alimentaba, no tenía leche para amamantarme. Cuando ya fui un poco más grande chupaba durante horas algún trozo de cáscara de naranja o cualquier otra cosa que me daban por ahí. Algunas veces vivíamos en el hospital. Me cuentan que por lo menos allí, las dos comíamos un poco mejor que cuando vagábamos por las calles. A ella no le gustaba estar en el hospital, quería estar libre, caminar, que no la encerraran. Cuentan que fue una chica feliz, que vino de la campaña para trabajar en una casa de familia, pero allí la maltrataba